Costa Rica, 2015
Conocí al poeta José Luis Quesada durante el Festival
Internacional de Poesía de Costa Rica, en el 2016, entonces compartí con un
hombre sereno, afable, con una religiosidad desbordante pero respetuosa del
otro, con un bastón que a veces era de madera y otras de piel de mujer y con
una sonrisa.
Semanas más tarde recibí como obsequio El hombre que regresa, un libro que
concluyentemente marca un ciclo. Poemas que dicen adiós y que saludan de vuelta
desde un lugar y un tiempo que por lo definitivo y tranquilo, resultan
admirables.
El hombre que regresa definitivamente
no es el mismo que se fue, en sus textos el poeta reconoce el camino que ha
transitado ese hombre:
“… Me pregunto quién era yo
antes del nacimiento de los ojos que hoy tengo
¿Cómo no me di cuenta que los pájaros existían
y que todos los árboles son grandes personajes?
Las plantas más simples, las hierbas
que florecen en lo escondido
protagonizan una historia
y yo no lo sabía.”
Pepe Luis mantuvo un silencio lírico por más de veinte
años. Un viaje íntimo y una búsqueda personal y poética que lo llevaría a
transitar por una senda religiosa y cristiana donde encuentra a ese individuo
que se fue, pero que vuelve en otro: el predicador, el maestro, el hombre que
junto a su “familia de fantasmas” nos
confiesa: “… hemos llegado a la humildad,
hemos alcanzado la plenitud en la sombra, bajo la penumbra de un pájaro que un
día estuvo aquí.”
Vuelve entonces como un hombre nuevo, pero además con
un puñado de poemas bajo el brazo, en los que observamos un fuerte simbolismo
religioso –porque en su camino encuentra una nueva verdad personal desde la
concepción cristiana-, que a la vez mantiene el modo de aquel mismo poeta: con
mucho nervio en su lenguaje popular y un estilo que delata gran sutileza en las
imágenes que construye a través de sus versos.
Nos encontramos con un hombre que regresa sin miedo a
la muerte, tal vez porque en ese retiro autoimpuesto concilia el hombre-poeta
que fue con el hombre, poeta, predicador y maestro que regresó, mediante una
nueva estética más relacionada con lo místico, lo simbólico y lo religioso,
pero con el mismo aticismo de su poesía, el cual combina de manera generosa con
su estilo siempre coloquial.
CELEBRACIÓN
Yo me dormiré en la muerte como en los brazos de una madre,
como en la cuna que veló esperando mis huesos.
Entraré en ella como en una calle conocida
llena de ruidos familiares y de olores,
especialmente de mangos.
Ella recibirá mis cenizas en la canasta de una mujer del mercado.
Tendrá piedad de mí y descorrerá todos los paisajes imposibles
ante mis ojos refrescados.
Mis seres queridos, enterrados hace tiempo,
con caras sonrientes, vendrán a saludarme,
y juntos celebraremos el nuevo comienzo de
nuestras vidas.
En el poema que da título al libro nos ofrece un
anhelo logrado de cambio y esperanza, un resultado tangible en respuesta a una
exploración interior y por esa razón es a la vez, una derivación muy personal:
“El hombre que regresa está más solo que el hombre que se fue, pero nada
le falta.”
La contundencia y el convencimiento que el autor nos
entrega en esta imagen, es una muestra exacta de lo que fue la búsqueda y lo
que obtuvo de ella.
Con la convicción de quien se reconoce un maestro,
pero con la humildad del nuevo hombre que es, José Luis incluye en este
poemario algunos poemas en rima, que por lo bien logrados no se desvían del
contenido ni de su valor en expresión, sino que aportan fuerza al conjunto con
una mezcla de lo sublime, lo moral y lo religioso, dando como resultado textos
de un apreciable valor estético también.
CUERPOS
Cuando menos se nombran
a sí mismos: crédulos y vacíos
de normas –desnudez sin atavíos-
los cuerpos todavía nos asombran.
Y entonces, nos subyugas,
alma imposible, cuando estás armada,
de un no sé qué de carne enamorada
sin vicios, sin resabios, sin arrugas.
El mal, tan atrevido,
no los corrompe más. La vida corre.
Y aunque nada hay que el tiempo no lo borre,
su pureza es más fuerte que el olvido.
Acierta el poeta Osvaldo Sauma en la contraportada, al
expresar que no es extraño que el autor “nos
conmueva con este nuevo libro tan contundente, tan trascendental y con un
título tan hermoso y sugerente…”
El hombre que regresa es un libro que mantiene la
fuerza del estilo de José Luis Quesada, escrito desde el amor, lo luminoso y
desde una búsqueda que termina mostrando el viaje interior del poeta de una
forma sencilla, poderosa y positiva.
Reivindica, si se quiere, la poesía que no necesita
golpear, gritar y acceder a lo extremo, con el resultado contundente de darnos
una lección de cómo escribir poesía desde las experiencias personales
auténticas.
Rebeca Bolaños Cubillo
Gestora y Poeta
Costa Rica
Jose Luis
Quesada
(Olanchito,
Yoro, Honduras, 1948). Poeta, cuentista y pintor hondureño. Realizó estudios de
Filología en Costa Rica. Ganador del Premio Latinoamericano EDUCA, en 1981;
mención honorífica en el Certamen de Poesía Casa de las Américas, La Habana,
Cuba, 1979. Finalista del premio centroamericano Juan Ramón Molina. La
Universidad Autónoma de Honduras le concedió en 1992 el Premio José Trinidad
Reyes en reconocimiento a su obra. Ha pertenecido a los grupos culturales La
Voz Convocada y Tauanka. Autor de Porque no espero nunca más volver (1974),
Cuaderno de testimonios (1981), La vida como una guerra (1982), Sombra del
blanco día (1987), La memoria posible (1990), El Hombre que Regresa (2015) y Crónica del túnel y sus inmediaciones (2016).
Como cuentista publicó El falso duende (1994).
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