Estamos claros en que esto no es más que otra película magistralmente
actuada. Con un guion que se queda corto en relación con la vida, hace que el
espectador transite por cada experiencia que le sucede a Arthur como por un
tobogán infinito de agua: pensando que a cada momento va a llegar el final,
pero sin llegar nunca, aunque siempre siente que se ahoga.