Costa Rica, 2016
Como el superhombre de Nietzsche, El
Poeta, se crea a sí mismo sin necesidad de un dios, y desarrolla una nueva perspectiva del
mundo (su mundo) y de la forma de cómo percibe los estímulos externos que
responden a sus más oscuros impulsos interiores.
Darwin quizá lo llamaría “el más fuerte”,
el que puede adaptarse al medio (hostil y literario) sin perder los rasgos más
notables de su especie, tal vez el último, o casi el espécimen final, como las
criaturas legendarias que nos hacen fantasear de terror y misterio.
Guillermo Sáenz Patterson, fresco e
invariable a sus 73 años, aún es capaz de despertar en las nuevas generaciones
interés y admiración por su obra, furiosa y sin tiempo.
¿Qué hace inmortal a un artista? “Only
time”, si parafraseo a Enya, y es que, en
Guillermo leemos la solemnidad y la música traída a las calles josefinas, donde
la vida y la muerte pugnan en un juego de naipes por la totalidad; también hay
un portal hacia el bosque de Baco donde las doncellas se rinden a la belleza de
un hombre que a veces es él, a veces otro.
“Dar un poema como recibirlo
tiene su castigo”
Billy lo sabe bien, porque para él muchas noches
han sido terribles. Cuando su libro llegó a mis manos la imagen de un iceberg
desfiló ante mí. La blanca y macabra nieve capaz de detener la sangre, el pavor
de bucear en agua helada para encontrar el tesoro que aguarda bajo la
superficie, en la cara oculta de la masa de hielo: una ternura infinita.
En su último libro “La terrible noche”,
publicado por Ediciones Perro Azul (2016) y prologado por Rodolfo Häsler, nos
lleva a recorrer los años del poeta desde 1974 a 2016, 43 años de vigencia
artística, línea del tiempo para una poesía sincera y de estilo apenas
ligeramente variable, que
consagra su voz como potente e histórica en Costa Rica.
Billy es ángel y demonio, entrambos: el
andrógino, el equilibrado portador de la antorcha, capaz de apagarla en
cualquier momento y dejarnos a oscuras. Nos ofrece un licor rojo, y en el mismo
vaso: la sequedad del milenario mar.
La filósofa española María Zambrano
dijo: “hay cosas que no pueden decirse, y esto es cierto. Pero esto que no
puede decirse, es lo que se tiene que escribir”; y es justo lo que hace el
poeta que hoy nos congrega ante sus letras. En la poesía de Guillermo no
hay demi-mesures, en cambio sí muchas verdades políticamente
incorrectas.
“Cuándo será mi noche
estoy desgarrado y solo.
Los ruidos habituales y la crueldad de los vecinos.
La luz del sol es borrosa. Es ella o nadie.
Los ruidos secos pasan como fantasmas, de un cuarto a otro,
de un mundo a otro.
Abro la puerta, desnudo los espero.
Enciendo la radio. Díganle que nada me importa.
¡Es ella! Se tira el pelo en la frente y adopta una pose dramática.
Todos mantienen sus posiciones.
Algunos son más humildes e hipócritas y consideran.
Cada quien se muestra definitivo; eso es propio de provincia.
Así mueren.
Creyéndose grandes personajes, pasan y saludan”.
(Fragmento de Puente del Marinero, 1991)
Converge en la obra de Guillermo Sáenz
Patterson lo maldito y lo elevado. A veces le dice a alguna mujer: “eres un bouquet de las flores del mal”. ¿Es
él un poeta maldito como Baudelaire? No. Maldito es el miserable. Billy es
el vampiro que vino de otra dimensión con una pluma contundente y sutil.
“Un puñal (2014)
Un puñal se clava en tu pecho y florece.
El viento arrastra los pétalos
rosa vertida en la espina.
Sangre es tu piel de amor
más que la vida misma.
La agonía de un beso.
¡Me escuchas!
Más que la muerte y el olvido
más que la desnudez salvaje con que me acoges.
Morir es escuchar tu latido con el mío
tu espíritu con mi carne
como todo lo que parte
me dejas con tu fantasma.
Me hundo en el abismo donde me hieres
donde vago como una bestia.
Amor, en la noche donde los astros parten,
donde las calles son esquinas suicidas.
Mendigo de tus pasos no hay regreso”.
El poemario lanza
preguntas necesarias: ¿Tiene la belleza suprema su olvido? ¿Cae dulce el atardecer
en el parque El Farolito? ¿Fue Margoth una dama blanca o sangrienta o,
inevitablemente, ambas? ¿Este hundirse en la eternidad es la vida de los
suicidas? ¿Cada puta lleva su cruz? O ¿al menos alguna vez todos hemos sido
una puta?
“Clava más hondo,
mina herida en otros cielos.
Rapiña es la callejuela
ladrón del brillo de las pupilas.
Pieles que no serán mías
se entregarán a la orgía.
Que el salvaje antepasado
conjure la ternura”.
Me sumerjo en la
expedición arqueológica bajo el hielo, hacia los confines de la génesis;
desmenuzo cada molécula que compone su poesía: con escalpelo escudriño la
oscura necrosis. No llevo traje anti-frío, quedo a merced de sus muchas
verdades, al filo de vacíos y deleites. Pero él trae
entre brazos un barril de fuego para calentar la indigencia en esta “isla siniestra”
que es un iceberg.
Nathalie Cruz Mora
Poeta y Gestora
Guillermo Sáenz Patterson, San José, Costa Rica, 1944.
Poeta y ensayista. Ha publicado: El Caminante y Otros Soles, Poesía
1972; Consideraciones sobre la literatura y la democracia costarricense,
ensayo 1972; De lluvia y sol, ensayo, 1972; De luz y eternidad, poesía, 1983;
Cósmica Luz, poesía 1983; Narciso o la transfiguración del ángel, poesía
1984; Poemas a Lucrecia, poesía 1985; Aurora de la rosa, poesía ,1989;
Laberinto de la estrella, poesía, 1991; Para Noxia, poesía 2006; Herida
de Mordiscos, poesía, 2014; La Terrible Noche, antología poética, 2016. Ha sido
incluido en diversas antologías. Poemas, relatos y ensayos críticos de su
autoría, se publican en revistas y suplementos literarios internacionales.
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