El papel de la mujer en la teorización de la estética

26 agosto 2021

  

Ensayo LEVE Y SUPERFICIAL sobre Ayn Rand, otras FILÓSOFAS MODERNAS y la estética

 

Cuando, en búsqueda de la coherencia con una filosofía propia de vida, se mete una a querer traer algo de luz a los propios desconocimientos y falencias en cuanto a temas que le son de cierta manera urgentes, siempre es corto el tiempo y vaga la capacidad de lograr acceder a toda la información y evidencia que a una le gustaría encontrar.

Buscar información sobre mujeres que teorizaran sobre la estética a través de la historia resultó ser una experiencia algo contradictoria. Primero porque ante la pregunta la respuesta siempre fue “hay muy poca o es nula” o “sería mejor centrarse en la estética de las manifestaciones artísticas de algunas mujeres que marcaron diferencias importantes de estilo” o algo así en general; cuando lo que se quería escuchar era más algo cercano a “revisá a tal o tal, ella propuso y escribió bastante”.

La anhelada respuesta que me ofreciera una lista de filósofas, artistas, críticas, que alguna vez hubieran propuesto ciertas teorías o que por lo menos hayan mencionado parámetros estéticos en el arte, nunca llegó. En cierta forma era de esperarse que poco o nada hubiera podido aportar la mujer en tiempos en que se le consideraba solo como un objeto decorativo o que tenía un lugar en la estética solo como propuesta de diseño u objeto a ser valorado como estéticamente bello. Pero revisar lo posible dentro de cientos de años de historia del mundo y no encontrar en ninguna época discusiones estéticas desde filosofías y pensamientos que emanaran de mujeres, sí fue una sorpresa bastante desalentadora.

Entonces el camino fue la búsqueda y la investigación, tendré que admitir que la desilusión y la contrariedad fue peor: buscar en internet o inclusive en bibliotecas o consultando a conocedores, para encontrar información acerca de estética y lo femenino o estética femenina o alguna combinación de palabras similar, siempre me llevó a información sobre cómo se ha visto el cuerpo de la mujer a través de la historia desde la estética. Todas las veces. Todas las búsquedas. Siempre.

Si partimos de la posibilidad de que cuando la filosofía inspira al arte, las ideas filosóficas adquieren la característica de ser propensas a perder su objetividad, pero ganan en la generación de emociones verdaderamente intensas; se nos genera más ruido cuando esta idea se reinventa desde una perspectiva feminista.

Y es que casi todas nosotras hemos sido deformadas, erróneamente educadas, en el gusto y la elección cultural y artística, muchas mujeres hemos terminado eligiendo obras masculinas antes que las femeninas, hemos elegido obras realizadas por hombres por encima de las realizadas por mujeres, esto porque nos vemos forzadas a adoptar el punto de vista de lo bello desde lo masculino.

El señor de Keraty me siguió hasta la antesala para continuar discutiendo conmigo su teoría sobre la inferioridad intelectual de las mujeres. Sería imposible incluso para la mujer más inteligente escribir una buena obra. Y como entonces yo quise marcharme, terminó su discurso con un remate napoleónico, que debía conmoverme. -Créame- dijo en tono solemne, mientras yo abría la última puerta de su santuario, -traiga niños al mundo en vez de libros, -Querido- le contesté pensando que me ahogaría de risa y que le estamparía la puerta en las narices -siga usted mismo su consejo, tan bien como pueda-.     George Sand, Histoire de ma Vie.

Podría entonces llegar a la conclusión de que a las teóricas esteticistas mujeres les pasa como a todas las mujeres artistas, se exponen como las grandes ausentes en los espacios en donde también se les niega un sitio y entonces esto se presenta como una falta de capacidad y no como lo que es: una enorme falta de oportunidad.

Es entonces el momento en el que se hace necesario recurrir a declaraciones escuetas y aisladas de algunas artistas para revisar el devenir de la teorización sobre la estética desde una perspectiva femenina.

Virginia Woolf expresó en el año 1967,

Pero aquí, también las mujeres están empezando a tener una mayor independencia de opiniones. Están empezando a respetar su propio sentido de los valores. Y por esta razón, los temas de sus novelas empiezan a cambiar. Pareciera que se interesan menos por sí mismas; a la vez, se interesan más por las demás mujeres… Las mujeres están empezando a explorar su propio sexo, a escribir sobre las mujeres de una forma en que no habían escrito nunca antes; porque, desde luego, hasta muy recientemente, las mueres eran en la literatura creación de los hombres.” Virginia Woolf. “Women and fiction”, en “Collected Essays”, Vol II, York, 1967, p. 146.

Y es así como es normal encontrar cierta sensibilidad estética desde lo femenino solo en momentos de revuelta femenina o en momentos en que ciertos estilos artísticos adquirían notoriedad y las mujeres podían ejecutarlos ya que se consideraba permitido. A partir de esto algunas mujeres se aventuraron a expresar ideas más o menos sobre la estética, como el caso de esa propuesta de Woolf en literatura.

Todo esto se daba en dependencia del movimiento revolucionario y cómo lograran desarrollarlo las mujeres, lo cual normalmente sucedía porque por ser estilos nuevos, se les permitía a las mujeres experimentar con ellos al no ser nichos artísticos definidos. Algunas mujeres, como Carolina Schlegel, lograron entonces incursionar en las artes proponiendo estéticas mixtas y, aunque nunca teorizó al respecto como tal, en sus obras alternaba descripciones de desfiles de modas con discursos filosóficos, chismes con citas literarias, alusiones con crítica y de esta forma hizo propuestas desde la creación, que luego fueron aceptadas como nuevas formas válidas de escribir, agregando un valor estético a su ofrecimiento.

La producción artística y el aproximamiento a las teorías de la estética desde lo femenino, se ha dado entonces, de una manera forzosa y complicada y solo por medio de la toma a la fuerza, la conquista y el reclamo -como casi todos los espacios a los que finalmente han podido acceder las mujeres-.

Se pregunta una entonces si realmente hay una estética feminista o desde lo femenino y la respuesta pareciera que debe ser que sí cuando se habla de cierta conciencia estética o de maneras de percibir sensorialmente; pero la respuesta debe ser que no, si se trata de una variante en los modos de producción artística o a una teoría de la estética en el arte, que haya sido planeada, discutida y construida por alguna o algunas mujeres.

Debo entonces asumir que, aunque hubo indicios y algunos esfuerzos aislados de mujeres para hacer propuestas de teorización de la estética en algunos siglos antiguos, por medio de artistas y escritores que expusieron puntos de vista e ideas sobre la parte teórica de esta disciplina, no es sino hasta los años setenta, años en los cuales se levanta el estatus de la mujer en el arte y el mundo del arte, que se inicia con cierto tipo de camino ideológico en el que la mujer aporta teoría al desarrollo de la estética y de diferentes movimientos estéticos.

También es importante señalar que, aunque estos movimientos que han realizado mujeres de manera colectiva hayan tenido éxito como una ventaja educativa para mejorar la posición de la mujer en la cultura y el arte, las mujeres que se han dedicado a estos movimientos no han unificado esfuerzos en todos los temas, sino más bien en alguno u otro según las propias necesidades de los grupos que representan.

Se puede observar unidad en temas como combatir políticas sexistas y revisar la historia del arte para integrar los aportes de mujeres, pero sigue existiendo un abandono en lo que concierne a cohesión ideológica y propuestas desde lo femenino que realmente aporten al campo de la estética como disciplina.

De ahí que, para mencionar el aporte de la mujer a la teorización de la estética, es preciso caminar un poco hacia tiempos más modernos y esto nos llevará irremediablemente a encontrar teóricas de la estética, pero que lo que trabajan es teoría de la estética femenina o desde una perspectiva feminista. De todas maneras tampoco es posible darle reconocimiento al genio artístico de la mujer en la historia, ya que el talento de la mujer en el arte fue de cierta manera subdesarrollado, la privación social y la discriminación institucional ha resultado en pocos logros femeninos en la producción artística.

Entonces las nuevas generaciones proponen el estudio del arte realizado por mujeres a partir de una estética feminista, que proponga elementos teóricos desde los alcances de mujeres contemporáneas y tomando en cuenta las limitaciones históricas del arte femenino.

Es en este punto donde se pueden empezar a mencionar nombres de mujeres que han hecho un esfuerzo por realizar estudios históricos sobre el arte de la mujer, con aproximaciones importantes a definir conceptos relacionados con la estética, pero siempre aplicados a la obra femenina. Surgen entonces enfoques propuestos por Linda Nochlin, Ann Sutherland Harris, Eleanor Tufts y Elsa Honig Fine, quienes han realizado importantes aportes al estudio de una gran multiplicidad de formas y estilos que se encontraban escondidos, pero siempre presentes en la tradición visual del arte femenino.

De manera muy específica se debe mencionar a la filósofa Ayn Rand - seudónimo de Alisa Zinóvievna Rosenbaum; quien nació en San Petersburgo, el 2 de febrero de 1905 y murió en Nueva York, el 6 de marzo de 1982, fue una filósofa y escritora rusa de origen judío que obtuvo la nacionalidad estadounidense. Escribió las novelas “El manantial” y “La rebelión de Atlas”, además de desarrollar un sistema filosófico conocido como «objetivismo» y que, según su precursora, responde a la pregunta de “cómo juzgar el valor estético con una respuesta estándar que señala que se juzga según las propias emociones”. Señala Rand que el objetivo del arte puede ser concretar una emoción, pero eso no implica que la emoción sea una herramienta del conocimiento, por lo tanto no es un medio para un juicio estético. De tal manera que si el espectador considera que una obra artística -de cualquier denominación- es genial o incluso superlativa, esa emoción que siente no hace que en realidad lo sea, pues para una valoración con validez se va a requerir siempre un proceso de razonamiento más allá de la mera emoción.

Una evaluación estética apropiada, según Rand, no es ni emocional, ni autoritaria, sino que más bien: “En esencia, una evaluación objetiva requiere que uno identifique el tema del artista, el significado abstracto de su obra (exclusivamente mediante la identificación de la evidencia contenida en la propia obra y sin permitir ninguna otra consideración externa), para luego evaluar los medios por los cuales lo comunica; es decir, tomando su tema como criterio, evaluar los elementos puramente estéticos de la obra, el dominio de la técnica (o su falta) con la cual proyecta (o deja de proyectar) su visión de la vida.”

El arte es selectivo por naturaleza, por lo tanto el artista debe hacer una selección consciente sobre el tema que trabajará. “Es la selectividad en cuanto al tema”, según detalla Ayn Rand,

    “. . . – la selectividad ejercida de la forma más severa, rigurosa e implacable – lo que yo considero el aspecto principal, esencial y cardinal del arte. En literatura, eso significa: la historia; lo que significa: la trama y los personajes; lo que significa: el tipo de hombres y eventos que un escritor decide presentar”.

Y es con el descubrimiento del Objetivismo y esta autora que, finalmente, se salva este corto ensayo sobre la teorización de las mujeres sobre la estética y una participación tan específica y puntual como la de Rand.

Ayn Rand concretó en sus obras una visión del mundo y del hombre muy propias de ella. En sus ensayos sobre estética, definió la naturaleza y las raíces más profundas del arte. Ella creaba arte y lo explicaba a la vez, pero además produjo textos y opiniones al respecto.

Ya con haber encontrado a Rand aparecen también otras mujeres que se encuentran elaborando opiniones sobre la estética en la actualidad, se puede mencionar aquí a Susanne Siegel, profesora de filosofía en la Universidad de Harvard. Con un pensamiento centrado en la filosofía de la mente y epistemología. Ha presentado investigaciones en filosofía de la percepción, más concretamente en su libro titulado “The Contents of Visual Experience” o “Los contenidos de la experiencia visual”. Susanne sugiere que podemos evaluar epistémicamente las transacciones sub-personales que conducen a una experiencia perceptiva.

Otra filósofa actual de la que se puede hablar es Ana María Martínez de la Escalera, que ofrece discusiones y reflexiones en cuanto al discurso estético contemporáneo. 

Entonces si queremos trazar el aporte de las mujeres a la teoría de la estética, no encontraremos grandes aportes o quizá ninguno en los tiempos antiguos y ya en la modernidad y la actualidad lo que vamos a encontrar es más bien un debate entre quienes quieren identificar la estética del arte femenino como un fenómeno único de las mujeres y aparte del hombre y quienes creen que todo debe ser mirado desde una misma perspectiva y definido desde ahí.

Según la versión de algunos entonces, la teoría de la estética del arte femenino debe desarrollarse desde un sitio que se determina por la creación artística de las mujeres y aparte de los hombres.

A manera de conclusión podría expresarse que, tal vez, el aporte a una teorización de la estética de parte de las mujeres se haya empezado a dar tardíamente y esté todavía en construcción, pero en relación específica con el arte femenino, con la creación artística de las mujeres y observando los movimientos artísticos desde una perspectiva femenina.

Lo que sí es importante resaltar es que tanto las mujeres artistas, historiadores de arte y personas que hacen crítica de arte, se mueven hacia un objetivo que busca darle un giro al mundo del arte para que funcione de una manera más socialmente responsable, menos elitista y con más oportunidades de equidad, tal como sucede en muchos otros ámbitos del acontecer mundial. Por lo tanto podemos esperar un nuevo enfoque de la estética que comprenda el lugar histórico de la mujer en las artes y a la vez las diferencias estéticas de las obras según el género de quienes las crean.

También para concluir, agregar que es valioso hacer el rescate del aporte de algunas filósofas actuales que, si bien no están exclusivamente teorizando sobre estética, sí hacen aproximaciones filosóficas y conceptuales al respecto de la belleza.

 

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